maldad
Ciertamente los días son malos, sí, dolorosamente malos. ¿No es ésto porque hemos enseñado a nuestros hijos a ensañarse con sus semejantes a costa de todo? ¿A ambicionar desmedidamente? ¿Nos sorprendemos de los frutos en nuestros hijos?Ambicionar no es compartir. Es codiciar a base de robo y de sangre las pertenencias de nuestros hermanos.
Ciertamente nada ha conseguido el hombre con su esfuerzo que perdure. Ni quedan centavos de las primeras riquezas, ni púrpura que no haya sido roída por el tiempo. ¡Menos quedará el recuerdo del impío!
Es más fácil abrir nuestra mano para compartir, que abrir la de nuestro prójimo para arrebatar.
Solo los buenos frutos perduran en la luz.